Pensar en tomar decisiones de manera amable pero contrapuesta es una posible respuesta.
En ese diálogo, formal y conceptual, diseñamos una caja que se desvanece, se fragmenta, se esconde, pero muestra. La caja cierra, pero también abre y prácticamente flota detrás de la construcción existente. Creando así una pieza reconocible que por momentos pierde peso en casi todos sus sentidos dando lugar a la memoria del vacío.
Una segunda piel envuelve la fachada y resuelve al fragmentar, alivianar la presencia de la nueva construcción buscando a la vez delinearse como una pieza pura, delicada. Este revestimiento compuesto por la sucesión de tubos esconde las aberturas, y a su vez hace de parasoles protegiéndolas del sol del Este y del Oeste cumpliendo una función específica.